¿Qué tan efectivo es usted cerrando ciclos o en palabras más sencillas, responder oportunamente a sus compromisos, sin generar estrés y malestar emocional y corporal?
Entendemos por cerrar un ciclo, no dejar tareas pendientes, no estar corriendo en todo momento, cumplir en tiempo las promesas que se hacen, llamar cuando ha ofrecido llamar o enviar el pedido que esta esperando el cliente. Muchos de nuestros negocios no fracasan por falta de clientes, mala calidad o precios altos, existe una gran cantidad que termina cerrando por incumplimientos y promesas inconclusas, que muchas veces tienen un “fíjese” que antecede al incumplimiento.
En una investigación académica, se encontró que el 47% de los clientes se quejan por que los vendedores prometemos algo y no cumplen en el tiempo ofrecido, y en el 34% de los casos, los propios clientes deben llamar para recordarle al vendedor las promesas hechas, ello habla de los altos niveles de informalidad existente en América latina.
Hace usted parte de este tipo de personas o empresas? Si es así probablemente a usted le cuesta cerrar ciclos y vive con una amalgama de pendientes, donde muchos colegas, socios, familiares, amigos y clientes, esperan una respuesta suya. Ingresa tarde a las reuniones, cree que la hora chapina es verdad, irrespeta las señales de tránsito, carga un mundo de papeles en su bolsillo con datos y cifras, sin ningún orden, tiene llamadas pendientes, trabaja hasta las 10 de la noche y los fines de semana y sin embargo no esta al día. Probablemente usted es una persona que no cierra ciclos.
Un ciclo es el conjunto de operaciones que siguen un orden determinado y concurren a un mismo objetivo, tienen inicio y fin, y es elemento indispensable para cualquier ejecutivo que desee aportar a la organización para la que trabaja y a su propia salud.
Para muchos es muy fácil abrir ciclos o proyectos, pero debemos saber en que momento se deben cerrar, cuando termina su vida útil, cuando entendemos esta situación podemos ser más proactivos y hacer mejores contribuciones a nuestras organizaciones. Los proyectos se cierran por programación, por una relación costo/beneficio negativa, porque se convierten en áreas problemáticas, porque se pierde su norte, su razón de ser, o porque surgen las mejores alternativas proyectivas.
La postergación de tareas tiene un precio personal, pero no queda allí, existe una carga que deben cubrir otras personas, en las empresas los equipos o colaboradores que no recibir los productos o servicios de sus clientes internos deben generar una cadena de postergaciones o sobrecargar sus agendas para hacer lo que otros irresponsablemente no hacen. Es importante que sepamos que postergar no es una característica humana, no tiene que ver con la personalidad, es simplemente un hábito, por lo cual, si es posible y lo podemos cambiar.
Las personas postergamos porque tenemos más trabajo del que física, emocional e intelectualmente podemos hacer, por desagrado o por miedos al fracaso, al rechazo, al que dirán. Es importante que cada uno revisemos si tenemos temores, pues estos nos paralizan e impiden conseguir lo esperado. “El temor a realizar una tarea consume más tiempo que realizarla ” Rita Emmett.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Editorial Norma.
