Les confieso que la presente columna no era la que tenía prevista, una conversación en la mañana me hizo cambiar la misma, la cual les comparto a todos los apreciados lectores.
Antes de venir a Guatemala existió la posibilidad de viajar a Brasil y muy probablemente haber establecido nuestra segunda patria en ese país, la alusión al tema obedeció a que mi hija, Guatemalteca ella, me decía que podría haber nacido en una ciudad con historia portuguesa y no ser guatemalteca, pero que el destino nos encamino a que un 20 de octubre la madre naturaleza, le permitiera a mi esposa dar a luz a una persona que nos sembró para siempre en ésta bella y poderosa tierra del Quetzal.
Ya con varios años viviendo entre volcanes, marimba, el traje indígena y el tacuche, el paisaje de Antigua, la fuerza de los jóvenes en las universidades y el cariño de todos los guatemaltecos expresado en amabilidad y espacios para trabajar y compartir experiencias, aprendimos a apreciar lo que tenemos y no lo que pudiéramos haber tenido. Guatemala es nuestra realidad y estamos comprometidos desde nuestra tarea, en servir a la consolidación de la empresa local.
Necesitamos apreciar lo que tenemos, algunas veces me preguntan que si tuviera la oportunidad a dónde me iría, y mi respuesta es, a dar otra vuelta por el interior del país. Con todos los problemas que no son pocos en nuestro modesto concepto creemos estar en el mejor país, y tenemos varios ángulos de comparación incluyendo Europa. Ésta tierra tiene vigor, energía, potencial, somos un ombligo de vida y todos los guatemaltecos lo debemos saber, pero debemos aprender a apreciar lo que tenemos.
Nos quejamos del tráfico, la infraestructura vial, inseguridad, falta de empleo, burocracia, corrupción, mala educación, pobreza, en fin una serie de factores que podrían ser innumerables, pero sería bueno que nos percatáramos de la posición estratégica del país, la belleza pintada en su medio ambiente, la calidez de su gente, del clima romántico, apacible y acogedor que tenemos la mayor parte del año, del empuje y la creatividad empresarial y la esperanza que nos enmarca cada uno de los volcanes que surgen con el alba y no se duermen con la oscuridad.
Nosotros hemos aprendido a apreciar todo lo que ésta tierra nos da día con día, es necesario dejar de soñar en lo que pudo ser y no fue, para pensar en lo que es y puede ser mejor. Apreciar nuestro país en cada uno de sus elementos debe servir para recrear el futuro cercano. Les aseguro, como persona nacida y enraizada en otra tierra, pero con fruto guatemalteco, que aquí hay de que preciarnos, y no es solo por precio, es por la calidad de vida que tenemos. Feliz cumpleaños hijita, tú llegaste el día de la revolución y es necesario una rebelión para aprender a ver todo lo bueno y no solo lo limitante.
