Hace algún tiempo venimos observando las noticias que proceden del
norte, las cuales traen susurros que dejaron de ser confidencias y ahora nos
invitan a reflexionar sobre el otrora modelo de país, donde abrigar la
posibilidad de conseguir un sueño, que se llamaba americano, dejo de ser el
centro de las ilusiones para convertirse en el foco de las crisis.
Las circunstancias por las que atraviesan los norteamericanos en
la actualidad, debe servir para la reflexión del día, en especial para
dirigirlas a nuestras empresas, que muchas veces después de un esfuerzo gigante
y un prestigio de marca, empiezan a exhibir períodos de ruina, contada a
puchos, en otras palabras, pérdidas y desequilibrios paulatinos, que se
asimilan a las caídas de los poderíos: Persa, Griego, Romano o el más cercano geográficamente,
el Maya, y que la final solo quedan en la retina para entender el por qué del
fracaso.
Los reacomodos que se vienen presentando en las empresas conserva
ciertas características similares, no es extraño encontrar noticias que exaltan
la necesidad apremiante de observarse, de vincular resultados con los
indicadores y las señales que brinda el mercado, los clientes, colaboradores y
los balances sociales y financieros, lo interesante según el último libro de
Jim Collins, Cómo Caen los Poderosos, de Editorial Norma, es la afirmación que ¨son
las mismas empresas las que se provocan dicha situación¨.
Los resultados de la investigación señala que es más fácil salir
de la crisis si las empresas logran descubrir los componentes que les afectan
en las primeras de cambio, pero existen dos factores que lo impiden; la poca habilidad
para leer los detalles de eventos cotidianos que presagian las dificultades
próximas y un exceso de confianza que la crisis no puede tocar sus puertas
porque tienen un contrato de inmunidad. Se hace necesario empezar a mirar con prudencia
el éxito, para seguir en el.
Es importante que usted se plantee hoy mismo en que parte de la
curva se encuentra; en ascenso o descenso y recuerde que existe la posibilidad
de reenfocar, siempre y cuando el tiempo no se adelante, en otras palabras que
no demore sus decisiones, pues si la empresa ya empezó a caer tendrá que luchar
contra la ley de la gravedad y la batalla será dura, muchas empresas en ese
punto ya no retornan.
Collins señala que se presentan cinco etapas en lo que él llama
decadencia; a saber: 1) Las personas se dejan llevar por la arrogancia nacida
del éxito y se pierden los factores generadores del mismo, 2) La arrogancia de
la primera fase, los lleva a creerse tan excepcionales que pueden hacer
cualquier cosa, y buscan más crecimiento y honores, desviándose de la creatividad
disciplinada e ingresan a campos donde no pueden ser grandes.
En la próxima columna terminaremos de ver los otros factores, pero la reflexión
queda clara, si usted o su empresa se cree poderoso, recuerde que debe seguir
ejecutando la estrategia que lo levó allí, de lo contario, puede caer.