La suerte es un componente que hemos venido incorporando a nuestras vidas, en algunos casos empezando a generar dependencia de ciertos eventos que suponemos ocurrirán y que no los definimos nosotros sino el azar. Con determinados zapatos un futbolista cree que él se desempeñará mejor y su
equipo obtendrá la victoria, no rompas un cristal por que tendrás muchos años de mala suerte, utilizamos un amuleto que te da el pasaporte para que la suerte te acompañe. En fin mucha dependencia de fuera y poca incidencia de nuestra propia gestión.
Algunos queremos una vida más relajada, sin tanta exigencia y nos amparados en el destino, ese camino inexorable que todos debemos transitar, preferimos dejar de preocuparnos, pues ya todo ha sido prediseñado y lo mejor es dejar que el destino se encargue de cumplir su cometido.
Dos elementos quisiera traer a la reflexión: 1) el hecho de que algunos seres humanos nos acostumbramos a depender de variables que no controlamos y no entendemos, prefiriendo dejar gran parte de nuestra vida al azar y 2) el poder de la psicología, el mundo emocional, las sensaciones y los procesos mentales que nos llevan a establecer determinados comportamientos, que en últimas determinan nuestro éxito o fracaso.
Poco hemos hecho para entender por que algunos tienen suerte y otros no. La suerte se construye, esa es una afirmación desde o racional, debemos trabajar para llegar a ella, generar acciones y las podemos adquirir desde nuestro mundo emocional. Algunos esperamos que ocurra un evento y dependiendo del mismo producimos una emoción, buena o mala, dependiendo de nuestra percepción, el problema es cuando el evento cambia o desaparece; esa es una forma de vivir la vida, esperando acontecimientos, la
otra es generándolo.
Compartimos facilidades de nuestro sistema para dejar de vivir en emociones y pasar a estados emocionales que generen placer y mejor calidad de vida. Cuando compartimos con algunos ejecutivos
pequeños ajustes que faciliten su labor diaria se sorprenden cuando encuentran respuestas a su mundo complejo. Aquí es donde el IVA se incorpora, la primera I, es la necesidad de imaginar, es una zona de creación, el proceso de desear, de plasmar lo que se quiere, de soñar, es pedir, aspirar, lo pintamos en nuestras empresas en la visión.
La segunda letra es la V, la de la visualización, cuando señalamos la misión, dibujamos y establecemos el camino para llegar a tener lo que se imagino en la fase previa. A las personas les decimos actúe como si ya tuviera lo que se imagino, para ello la última letra, A, es la necesidad de hacer afirmaciones, escribir, dibujar, repetir, hasta que lo que era imaginación es realidad, eso no es suerte, es construcción con el uso inteligente de nuestra emocionalidad. El maravilloso proceso de repetición
que genera hábitos.
Recuerda que la realidad empieza en tu mente, se dinamiza con tu emoción y se consolida con tus estados emocionales.